El inconsciente colectivo del rock argentino no sería el mismo, sin la prolífica y mitológica obra musical de Carlos Alberto “Indio” Solari, quien a sus 68 años sigue vigente en el pentagrama del cono sur, por su incomparable talento como compositor, singular misticismo, actitud contracultural, y genialidad artística. En cuatro décadas que lleva sobre el escenario, su elegante espíritu outsider, sigue alimentando la devoción incondicional de un océano de gente, adoradora de su poesía onírica en esa gigantesca familia que es el rock and roll.
Solo hay una cosa valiosa en el arte, lo que no se puede explicar
Georges Braque
ADVERTENCIA// AUTORRETRATO
“Violencia es mentir”
Yo primero voy a decirles desde donde hablo, porque muy pocas veces lo digo. Independientemente de cualquier actitud política, cuando vivís en un grupo social, yo no creo en el artista militante; creo que el artista no tiene que formar parte del sentido común de la sociedad. Los políticos, sí. El resto de las construcciones, sí. Pero el artista tiene que estar en la frontera, cruzarla, volver, correr riesgos. Y por otro lado, no creo que haya dogmas políticos que solucionen los problemas políticos para siempre. Son eventuales, circunstanciales, momentos. (…) el artista tiene que preservar un lugar donde no forma parte del sentido común, porque lo tiene que exceder, atreverse a cruzar las fronteras de la sociedad, haciendo experiencias no ordinarias y aplicándolas no sólo en la plástica, la música o la lírica. Para mí, el artista es el único que no debe estar sujeto al sentido común, que sirve para todas las administraciones de la vida. Uno tiene que tratar de traer una noticia, una información, una novedad que será consumida por la sociedad y eso está fuera de la frontera del sentido común. Yo quería hablarles desde este lugar, que estuviera claro que en mi simpatía yo soy un tipo de izquierda, pero si me preguntás de qué izquierda, no sé. ¿De la nueva izquierda? Siempre hay una nueva izquierda, pero antes que eso, me considero un artista, porque no tengo otra forma de llamarle a lo que hago. Y creo que ahí, hay una cosa especial que sienten los que se dedican a lo que me dedico yo, buscando atraer nuevas lecturas a la vida común, al sentido común casualmente. Yo soy un hombre de la psicodelia, que es la experiencia de que hay algo mucho más profundo. Yo soy un psicodélico. Y me gusta avisar desde donde hablo, porque pueden ser muy simpáticas mis canciones, pero quizás el hombre que soy tiene otras características.
Indio Solari (Fragmento de entrevista concedida a: “La Garganta poderosa«. Septiembre 2011)
FLASH BACK
Presos de un sentimiento ricotero donde “Este infierno es encantador”
La próxima generación necesita que le digan que el combate real no es la política sino acabar con la política. De la política a la poesía (…) poesía, arte, espíritu creador son la vida misma, el verdadero poder revolucionario capaz de cambiar el mundo.
Herbert Marcuse
Paralelo 34. 1976. Argentina. La Plata. Una febril ciudad de guitarras poéticas. Una cofradía de 15 jóvenes espíritus rebeldes, impregnados con el espíritu de Mayo del 68, la literatura beatnik, el hippismo, el cine experimental, las artes plásticas y performativas, se encuentran desde el principio estético del placer, que otorga la sicodelia y el libre albedrío, para regalarle al planeta trampa una verdadera gema sonora, un laboratorio músico- teatral y visual con un nombre surrealista: Patricio Rey y los Redonditos de Ricota.
Con ellos el rock, se convirtió en un estallido primaveral de lirismo poético, donde sus universos rabiosamente introspectivos reflejaban el espíritu de una generación dispuesta a no bajar la cabeza frente a esos años de plomo, donde las atrocidades de la dictadura del general Videla, comenzaba a imponer un terrorífico genocidio en la tierra de Borges, Cortázar y Maradona, porque la historia cultural del cono sur está llena de jóvenes arriesgados, pelilargos aventureros, muertos de hambre que hacían lo que fuera con tal de grabar un disco, de cantar un poco, de aguantársela contra el adulto centrismo de los dinosaurios de la junta militar, pues como dice un mantra de la banda: Vivir sólo cuesta vida.
Sin publicidad, solo con el recurso de la radio bemba, el boca a boca, Patricio Rey y sus redonditos de Ricota propagaron con su música una original estética del rock and roll, logrando una masividad impresionante sin necesidad de entrar en el mainstream de la industria musical y el establishment de la cultural oficial.
Independencia, autonomía y autogestión fueron sus banderas durante sus 25 años de actividad comprometida con el rock vanguardista y callejero, sin recurrir a los mass media para difundir su trabajo, influyeron en la creación de una comunidad apasionada, intelectual, bohemia, y atorrante, cautivada por el feroz virus de la política del éxtasis underground que fue creciendo en el lienzo del asfalto, recital tras recital con el poder sonoro de una banda, que al igual que Grateful Dead en USA, el público fue parte vital y fundamental de la pagana ceremonia inventando barricadas de la imaginación, fantasía y libertad, porque “Lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir”.
El Indio Solari, en la voz principal, Skay Beilinson en la guitarra rítmica, Carmen Castro (más conocida como la negra Poly), como manager , fueron el tridente de la génesis fundacional de la mítica banda y los responsables de su disolución oficial en el 2001, por desencuentros en la dirección del proyecto artístico tras 25 años de conspiración, y gestación de canciones eternas cuyas melodías prendieron el fuego ricotero con placas discográficas memorables en el rock nacional argento como: “ Gulp, Oktubre, Un baión para el ojo idiota, ¡Bang! ¡Bang!… Estás liquidado, La Mosca y la sopa, Lobo suelto / Cordero atado, Luzbelito, Ultimo bondi a Finisterre y Momo Sampler “.
Las llamas de esa explosión ricotera aún no se extinguen, porque siguen caminando los desaparecidos, los fantasmas, los zombies y los delirantes que enfrentaron con su precioso descontrol el autoritarismo de los milicos en plena dictadura, gozaron con el retorno a la pseudo democracia en los años 80´s. Sucumbieron por momentos frente a los embates de la hiperinflación y el neoliberalismo de los años 90´s, de la Argentina menemista, un escenario confuso de desmedida represión policial en los estadios de fútbol, y en los templos de rock porteño Obras Sanitarias, quilombos y bardos entre barras bravas, para abrazar el siglo XXI con un violento estallido social, provocado por la corrupción, el corralito financiero y las corporaciones multinacionales de turno desangrando a un país, donde las melodías del Indio se convirtieron en una especie de bálsamo para la parte doliente de sus vidas, utilizando el pentagrama musical para narrar, poetizar, discutir, gritar y pelear por la memoria alternativa de una comunidad dispuesta a confrontar la historia oficial, de sangre y represión, con la política de goce exultante de sus cuerpos, configurando experiencias ritualizadas y adrenalínicas como si se tratara de una barra popular de fútbol.
“Vamos Redondos, con huevos vaya al frente, que te lo pide toda la gente, vamos Redondos, con huevo vaya al frente, que te lo pide toda la gente, una bandera que diga “Che Guevara”, un par de rocanroles y un porro pa’ fuma’, matar un rati para vengar a Walter y en toda la Argentina comienza el carnaval.”
En cuanto antro under, bar o estadio mundialista rioplatense estuviesen tocando “Los Redondos “, el espacio y el tiempo se confabulaban en una sagrada ceremonia del deseo, donde con trapos, banderas, bombos, bengalas, vino, birra, porro, fernet y pastillas se rendía culto dionisíaco al provocador caos creativo con las imponentes Misas ricoteras, mezclas de Polaroids psicodélicas del sur más al sur; marcadas como un tatuaje imborrable en el alma de sus asistentes, y transmitidas de generación a generación familiar, y que aún hoy en el 2017; persisten en la peregrinación de ir a cualquier provincia del sur o norte argentino como un fiel ejército rocker al Indio Solari, cuando éste convoca alguna fecha con su banda de soporte desde hace más de 10 años “Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado», para seguir conspirando el pogo más grande del planeta cuando suena “Ji Ji Ji “, el himno festivo ricotero por excelencia, donde se confirman los códigos de la tribu.
Ilustración por: Patricio Rey & SRDR
Álbum: Oktubre (1986)
Voz en off / Subjetiva rocker
Soy un hombre de la psicodelia, y eso me ha dado cosas buenas y cosas malas. Entre las cosas malas, el patrón de mis ondas cerebrales me manda mensajes inciertos; por otro lado me ha dado una especie de pudor que no me permite, por ejemplo, infamar con comodidad. Lo bueno es que me ha liberado del miedo a la nada, estoy libre en mi albedrío, no tengo que rendir examen ante ningún dogma. No le tengo miedo a la nada, sabiendo que en este mundo el ser que somos y nos habita le tiene miedo a la nada. Otras de las cosas malas es que el cerebro aborrece del cuerpo, entonces no lo cuidas mucho. La nada apareció tempranamente, pero fue mi etapa psicodélica la que hizo que le perdiera el temor y que aceptase con tranquilidad el hecho de que desconocemos cuál es el próximo paso en nuestra vida; que lo incierto no necesita ser convocado, sino que siempre viene. Por suerte no tengo ese miedo; miedo que seguramente me hubiera convertido en acólito de alguna religión.
Indio Solari (Fragmento de entrevista concedida a la revista independiente Orsai. Agosto 2012)
Como el cerebro está preparado para no mentir, siento que me libera de tener la memoria ocupada en mentiras. Eso se lo debo a la psicodelia. Dentro de todo, en sus comienzos, cuando pretendía cambiar la especie y no la sociedad, la cultura rock se protegía con esas cosas. Después se transformó en la música oficial del sistema, una música que está de moda, y que ya deja de estarlo.
Vox Populli
Tengo una definición pa los recitales del Indio. Viste cuándo vos vas a la cancha y gritás un gol, ahhhhh y tenés toda la furia, toda la adrenalina. Ver al Indio es como ver que haga un gol tú equipo cada dos minutos, para mi es así El Indio.
Damian Stele, artesano de la provincia de Campana
El Indio es un cable a tierra que me pone de la nuca y la paso muy bien. Miro las caras de la gente y es una identificación increíble. El Indio genera un respeto por su obra, por lo que fue y por lo que es … toda su trayectoria la gente la absorbe y la siente como propia. La gente adquiere las letras y se enamora de ellas, y hace su propia interpretación, porque lleva su propia vida, y todos tienen una movida distinta con ellas. Si te fijas en las letras al leerlas, vos decís qué me quiso decir?, pero te está diciendo todo al mismo tiempo. Hay que poner la canción y leer la letra, para entender esto que no se entiende.
Juan Rosales, pibe de Caballito
El Indio ha dicho cosas para muchas generaciones que quedaron como muy marcadas, tanto en su etapa redondos y solista, basta ver a los chicos y a los grandes, que cuando cantan cierran los ojos abren las manos, y les importa lo potente. Les llega a un lugar muy especial, yo creo que esa es la gran diferencia del Indio. A pesar que a veces parece encriptado, habla de cosas que a la gente le llega mucho, hay frases en cada canción que terminan como armando un evangelio y yo creo que mucha gente ya va por ese ritual evangélico que está escrito con parte de canciones. El tipo ha hecho de sus palabras casi agua… y la gente igualmente esta sedienta porque convoca, convoca y ya no hay ni siquiera explicación sociológica, ocurre, sucede…
Mario Pergolini, periodista
Alto músico, te viene con la justa. Tiene química, es viejo y la tiene, y no todos los viejos la tienen. En la química de la misa india estamos todos ahí… tiene grandes, chicos y medianos. ¿Vos viste vibrar el alma de 70.000 almas todas juntas? Yo lo sentí en River, y te lo digo, yo soy vieja y se te aflojan las piernas. Son 70000 almas, decime otro?. El Indio con un tema, le hace entender las cosas a los pibes de otra manera.
Gloria Berazategui cocinera de la misa ricotera en Tandil
El Indio ha mantenido una coherencia artística y humana, que no ha cambiado ante los ojos de la gente, y la gente se empezó a enamorar, y terminó siendo casi como una religión.
Lalo Mir, locutor y radialista
Los Redondos nacimos para hinchar las pelotas. Eran como happenings de amigos. No sé como llamarlo. Quilombo, bah. En ese momento estaba de moda la seriedad, el virtuosismo. Y nosotros vinimos con el cabaret político alemán. Y empezamos a ser una novedad, casualmente, porque todo el mundo estaba queriendo hacer rock sinfónico o tocar el sitar.
Indio Solari
Bonus Track
Carlos Alberto Solari, nacido en Paraná (Entre ríos) un 17 de enero de 1949, es hoy en día un responsable padre de familia, viajero permanente al crisol de razas y culturas, New York, hincha confeso del Boca Juniors, la magia de Juan Román Riquelme, admirador de la obra musical de Leonard Cohen y Bob Dylan, francotirador de los medios corporativos, a los cuales muy poco concede entrevistas, en una dialéctica tremendamente conflictiva donde por lo general siempre triunfa la poesía infrarock del Indio, un enamorado eterno de autores de la beat generation como Kerouac y Burroughs, quienes sin dudas sembraron en su ADN los genes de un revolucionario cultural al mejor estilo Abbie Hoffman, desplegando su vitalidad creativa con nuevos trabajos en solitario como: “El Tesoro de los inocentes”, “Porco Rex”, “El Perfume de la tempestad”, “Pajaritos bravos muchachos”, y tal vez sin proponérselo, se ha convertido en una leyenda viviente, en un manantial de la poesía más compleja, original, creativa, ingeniosa y barrial de la América Zudaca, conectada con la fuerza transcultural del rock, en ese lugar mítico que es el aleph de la historia universal de la lisergia.
Ji Ji Ji en vivo
Por: Zudaca Boy de la Calicalentura / Satélite Sursystem. Twitter: @HaroldPardey
*Este perfil sobre el Indio Solari, fue publicado inicialmente en la antología Like a Rolling Stones, editada por Caza de Libros (2017), cuya compilación de textos sobre estrellas del rock, estuvo bajo la dirección del escritor caleño Jaír Villano.